Parte III: ¿Que harías en un país extraño sin pasaporte, dinero y encerrada a la fuerza?




Abro los ojos. Todo sigue normal. Sigo otra vez en el cuarto rosa pálido, la maleta sigue allí, el sol brilla bellamente por la ventana de al frente. ¡Todo está normal! ¡Dulce, todo esta normal, fue solo una pesadilla gracias a Dios! Al voltear, allí está durmiendo como una piedra a tu lado. ¡No puede ser, no puede ser! Me paró, busco la cartera de rayas azules con amarillo y no está, no está.

¡Dulce, no sigas buscando que ese bolso se perdió! ¿Y por qué estás en mi cuarto? Porque es mi casa, porque me da la gana, será por eso. Eddy, necesito que me ayudes, estamos a martes de Carnaval y mi vuelo sale este viernes, dime qué se hace en estos casos. ¿Qué se hace?, hoy es feriado, hoy no se trabaja, hoy te toca aceptar que no puedes salir, ¡es así de sencillo!

Mis lágrimas no me dejan ver bien el momento en que se para de la cama y se acerca a mí, y yo lo esquivó para sentir un empujón de su parte que me tira hacia la pared, mientras él sale de la habitación. Voy corriendo al baño donde me encierro, ¿ qué puedo hacer?, ¿qué puedo hacer? Me lavo la cara y me quedo mirando los ojos hinchados. Dulce, piensa, piensa, qué vas hacer.

Salgo del baño y la casa está sola. ¿Eddy, dónde estás? Nada, nada responde. Me acerco a la nevera y no hay comida. Me asomo por los estantes y no hay nada. ¿En qué momento pasó esto? ¡Eddy!, ¡Eddy! Me acerco a la puerta del patio y está trancada, como lo están todas las ventanas y la puerta principal. ¡Eddy! ¡Eddy! Golpeo la puerta, las puertas, las ventanas, la mesa, los platos, los vasos. ¡Eddy! ¡Eddy! Golpeo la mesa, los libros viejos, las revistas con polvo, me golpeo, me golpeo una y otra vez hasta agotarme. ¡Dulce, piensa, piensa, piensa! Me miro en el espejo de la sala toda hinchada, rota por dentro y por fuera ¡Dulce, piensa, recuerda que haría tu padre en esos casos!, ¡Dulce, piensa, piensa!

Cierro los ojos hasta que veo una escoba para arreglar todo el desastre, barro toda la casa, limpio los muebles, recojo los libros, las revistas, ordeno la mesa. Ya no siento hambre, ya no siento sed. Limpio cada rincón, cada esquina, lavo su ropa, lavo mi ropa.

Han pasado horas, ya el sol no está tan insoportable. Es un poco suave con matices grises. La casa huele a limpio por todas partes, pero de mí no puedo decir lo mismo. Hay una sombra en la puerta quieta, alta, pesada, no se mueve, no pasa. Las llaves juegan y lo dejan pasar con unas bolsas de mercado.

Entra suavemente mirándome. Sigue hacia mí, me busca con sus ojos, me abraza y yo dejo abrazarme. ¡Así estás en el modo que quería verte! Mis lágrimas corren. ¡Cocíname algo rico, anda, no seas mala! Huevos con cáscara blanca, tocino importado, carne, salsa BBQ, cilantro, pimentones, tomates, cebollas.

Uso el delantal mientras pico los vegetales. ¡Dulce, piensa, Dulce, piensa! Sabes que estaba meditando: que quizás estas cosas pasan por una señal divina. Perder mi pasaporte, la cédula, el efectivo que tenía en la maleta. ¿En la maleta? ¡Amor, déjame hablar! Te comentaba que quizás toda la locura de ayer me hizo pensar que mi destino es aquí contigo, aquí con esta vida tranquila contigo. Si no hubiera pasado lo de ayer, quizás hoy no estuviera aquí mirándote con otros ojos. ¿Y con qué ojos me estás mirando? De verte de otra forma: como un apoyo, como un guía, como una pareja, como el padre de mis hijos, ¿te imaginas?

Sus manos tocan mis brazos, su frente mi espalda, su aliento mi cuello, mientras con el cuchillo voy picando finamente el tocino. Cosas pasan por mi cabeza, pero el resultado siempre sería peor. Déjame y te ayudo, que tú aquí eres mi invitada. Un peso de encima cae de mis hombros. Me siento en el sofá mientras veo cómo hace la comida y siento esas ganas terribles de llamar a mi casa, pues tampoco tengo mi celular y debo estar más de 12 horas perdida. Amor, será que te puedo pedir un gran, gran favor. Sí, dime. Me puedes prestar tu phone, es que mi mamá debe estar preocupada. Está bien, pero llamas aquí comigo a mi lado. Si le marco a mi mamá me pondré nerviosa y la pondré nerviosa. Debe ser alguien que me mantenga en calma, así que llamo a Donny:

¡Hoooola!, ¿cómo estás? Sabes que ando por Aruba, imagínate, de segunda visita, pero yo soy tan sorteada que me robaron los documentos.
¿Qué?, ¿y qué vas hacer? Con este peo de Cadivi será un rollo mandarte dólares, ¿cómo vas a resolver?, ¿Cómo vas a pagar la tasa de impuesto de salida? Recuerda que la otra vez tuvimos un rollo feo por eso.
Yo estoy bien, un amigo me ayudará con eso. Solo quiero que le digas  a mi mamá que estoy bien.
¿Y por qué no la llamas?
Bueno, sí, dile que estoy bien, que la quiero mucho y que este viernes estoy allá
Dulce, ¿estás bien?
Bueno, claro, con el favor de Dios todo estará bien. Mi amigo es muy querido y me ayudara en todo. Cualquier cosa anota este número, pues el cel también me lo robaron, pero por aquí no habrá problemas. Él no quiere que mi mamá se preocupe así que dale el número, please. Te debo un millón. Te dejo que esto debe ser carísimo, bye.

¿A quién llamaste? Mi mamá no estaba, y me contestó un primo, pero nada, todo bien, es para que mi mamá no se preocupe. ¡Ya está lista la cena! Sí y luego te quiero llevar a que conozcas a Aruba de noche. No, Eddy, ya con lo de ayer es suficiente. Dulce, tranquila, que ahora será distinto, pues ya no te vas, ya te quedarás aquí conmigo.

Ver parte IV https://dulceperezcolmenarez.blogspot.com/2017/12/cuarta-parte-recuerda-que-esto-es.html



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