Secuestrada en Aruba. Parte I




Y la ganadora es... ¡Dulce Pérez Colmenárez de Tips Imagen y Comunicación! Así anunciaron en la preventa de Globovisión de 2006 y yo sin saber que el premio eran dos pasajes a Aruba.

Los pasajes mas no la estadías, así que le dije a Donny que entre los dos podríamos costear un fin de semana en un hotel tipo Holiday Inn y así fue como, un viernes en la noche, estábamos cenando en un precioso hotel entre personas hablando varios idiomas y disfrutando de un rico tinto.

Era como una luna de miel, así lo quise ver hasta, que al día siguiente, dentro de una tienda del Holiday Inn se me desaparece de la vista Donny, a quien veo muy entusiasmado hablando inglés con una extranjera: Que no era lo que estoy pensando, que deja el drama, no te pongas brava...




Mi solución: agarré mi traje de baño y me fui caminando muy lejos desde la playa del hotel hacia al infinito y más allá, donde conocí a un instructor de buceo con quien hice buenas migas. Intercambiamos messenger con la idea de, algún día, regresar para conocer a profundidad la isla.



Hablar entre tantos azules se me hizo olvidar la molestia que tenía con "el portu", así que disfrutamos los días restantes juntos, aunque algo se había quebrado, algo había hecho ruido que terminó ensordeciendo el ambiente en septiembre de 2007, fecha en que le escribía con más seguimiento a mi amigo arubeño, quien conocía la historia de esa luna de miel incompleta.

¡Venta a la isla!, ¡Ya verás que te enamorarás de este país!, pasó octubre, noviembre, diciembre, enero hasta que en los Carnavales de 2008 me entusiasmo y compro un boleto por una semana a la One Happy Island.

Al llegar, comimos en Tony Romans,  nos quedamos hasta tarde hablando en la sala de su casa, donde tenía una habitación privada para mi estadía. A la mañana, descubrí que la cáscara de los huevos también podría ser blanca y muy sabrosa con tocineta importada.

La tranquilidad era monumental, muy distinta a la parte hotelera de la isla. Allí era más de campo con casas de madera blanca y muchos jardines, muchos verdes. La casa de al lado era la de su mamá, donde hicimos una barbacoa con su familia y con la idea de: ¿por qué no te quedas?, aprendes inglés, consigues un trabajo en un hotel o en el periódico local y así nos acompañamos.

Empezaba Cadivi, las señales de que Venezuela se iba al caño, y la idea empezó a hacerme ojitos. Una vida nueva, hablando otro idioma, con paisajes distintos. Al despertar, un libro para aprender inglés estaba al lado de mi plato de desayuno junto con unas flores rosadas y blancas.

Si la vida sería así se proyectaba fantástica. Ese día conocí un conjunto de cuevas, nos sentamos para contemplar la refinería mientras una brisa cálida jugueteaba con mi cabello. Cerré los ojos para respirar ese aire grandioso de fresca marina hasta que escucho: serás una gran madre, ¿te gustaría tener uno o dos hijos conmigo?

Allí la historia se congeló o me congelé, pues ni pensaba remotamente tener algo con él ni menos tenerle hijos. Así, como lo lees aquí, se lo dije muy franca y claramente. "No me veo teniendo hijos a mis 25 años y creo que nunca".

Así fue como la historia empieza a dar un giro de 180 grados, pues ya los platos de desayuno no estaban en la mesa de forma ordenada, sino tirados a golpe seco. La flores se marchitaron, las conversaciones eran en papiamento incomprensible. Los ojos ya no eran dulces, ahora eran oscuros, fríos, punzantes. Nunca había sentido tanto miedo como en ese momento.

Ver parte II: https://dulceperezcolmenarez.blogspot.com/2017/11/secuestrada-en-aruba-parte-ii.html 


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