¡La embajadora del Cocuy!



El cocuy me lleva a mi infancia en Barquisimeto, cuando en las vacaciones escolares íbamos a visitar a la abuela. A veces hacíamos un recorrido por los pueblitos cercanos, donde nos parábamos en casas coloridas para ver los tejidos y hamacas que vendían los lugareños, además de muñecas de trapo azules, negras y blancas, casitas para colgar en la pared, los mensajes de barro con el "Dios Bendice este Hogar" (Todavía no estaba de moda lo de "Tu Envidia me Fortalece") y jarrones pequeñitos de cerámica con una especie de sábila pintada de frente y vasitos diminutos guindados a su alrededor.

Siempre quise saber qué guardaba esa artesanía hasta que un familiar compró la simpática botellita y, en la casa, le sacó el corchito que dejó escapar un fuerte olor a alcohol. Agarró uno de los vasitos que colgaban en el recipiente, se sirvió un chorrito de liquido transparente y me dijo que el cocuy era lo mejor que había para la salud, especialmente, si te tomos un poquito en las mañanas.


Con esa idea me fui a Caracas y no supe más de esa bebida saludable, ya que tuve mucho tiempo sin ir de nuevo a Barquisimeto. Años pasaron hasta transformarme en una veinteañera con un colesterol que sobrepasaba los 220, por lo que me mandaron todo tipo de medicamentos y hasta la dieta de la uva verde en ayunas, pero nada que mi colesterol bajaba, por lo que en un sueño, me acordé de la bonita jarra y de su bebida milagrosa, muy extraña, por cierto, de conseguir en la capital.

Hasta que un día, como en 2009, se me ocurrió preguntar en facebook si alguien sabía dónde conseguir cocuy en Caracas, y una amiga me respondió que en un local de Parque Central, por el pasillo principal que conecta a las dos torres.

Así que fui al sitio, como si se tratase de una farmacia, y me compré una botella transparente, sin ningún tipo de etiqueta, tapada con un corcho. ¿A quién se le ocurre comprar esa cosa?,  pues a mí, quien lo probó en la mañana y fue una locura total por su sabor fuerte, amargo que va recorriendo suavemente la garganta. Su sabor me acordó al tequila, así que lo terminé tomando tipo shot o chupito en las noches para relajarme mientras veía alguna película.

La botella duró bastante tiempo y, cuando se terminó, tuve la dicha de encontrar otra en una feria del Teresa Carreño, pero esta vez en una botella de color verde con una etiqueta de un agave. La bebida me fue gustando en gran medida que en uno de esos viajes a Coro, le comenté a una amiga que me gustaba el cocuy y, rápidamente, me invitó al Casco Histórico donde hay una tiendita con varios jarrones de cerámicas como los que vi en mi infancia más la posibilidad de degustar las mezcla del cocuy con parchita, naranja o alguna fruta de la preferencia del cliente. Allí descubrí que el cocuy me gusta seco y en su sabor original.

Luego del viaje, volví a Caracas donde se estaba inaugurando la Patana Cultural en La Castellana con la grata sorpresa que, además de birras, se ofrecía cocuy, y cuando le decía esa palabra al mesonero, todos me miraban con cara de horror o, más bien, de "borrachita de la esquina", porque esa era la definición que le tenían a esta bebida, pero para mí era un trago ancestral y venezolanísimo.

El cocuy también comenzó a ofrecerse en Chocolates con Cariño, luego apareció en conciertos de rock, en cafés literarios y en bautizos de libros mezclados con té de jamaica.

Una vez me reí cuando me lo ofrecieron como "una nueva bebida", cuando lo nuevo es que ahora se acepta más en Caracas y, que gracias al emprendimiento de un grupo de artesanos,  ya no estamos obligados a someternos a mezclas de cocuy con agua ardiente, sino a ricos y verdaderos sabor del agave como el que ofrece Cocuy Pecayero, realizado en la población falconiana de Pecaya.

Allí los artesanos llevan a cabo el arduo trabajo manual de la elaboración del cocuy, de la misma forma que sus antepasados. Cuentan con todos los certificados de calidad, registros sanitarios, códigos y permisos para su elaboración, sin contar que es la primera bebida venezolana en obtener la Denominación de Origen Controlada (DOC).

Cuenta con ochos rico sabores, uno más fuertes y azucarados que otros, pero cuando los pruebas, no vas a querer degustar cualquier otro cocuy, y menos cuando saboreas el bombón que preparó la chocolatería Mozart en su nombre, donde lo dulce y lo amargo se conjugan a la perfección.

Así que si me van a invitar un trago, para mantener mi colesterol ahora a 180, ya sabes que lo mío es el cocuy como su buena embajadora...¡claro!, entre mi círculo de amigos.

Comentarios

  1. Particularmente el cocuy lo conocí en los conciertos de Rock del Zulia, me gusto cuando no era tan dulzón, a mi me gusta mucho mas las bebidas secas de agua ardiente claras, como el Ron Carupano "Palo Fino" te lo recomiendo también!

    Como siempre otra historia 4D para a la realidad de nuestra Venezuela :-)

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  2. Ummmm, no sabia que eras amante y ahora embajadora de la famosa bebida transparente. Bueno salud! Lo tomaré en las mañanas, digo, lo tomaré en cuenta. Un abrazo!

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