Parte V: Fin del secuestro o por qué duré tiempo sin salir del país



"¡Como se ve que no sabes con quién estás hablando!", la estúpida frase que en esa época me salía cuando se me disparaban los tapones. ¡Yo soy periodista y todo lo que están haciendo aquí lo sabrán cuando esté de vuelta en Venezuela! Y cómo se supone que estarás si no tienes cómo salir. Entonces me quedaré aquí, comeré aquí, viviré aquí, seré tu pesadilla. Voy a llamar ya para que te saquen. ¡Hágalo! ¡Bueno, ya basta, esto no parece un consulado, sino una gallinera! Me presento, soy Eddy y soy arubeño, si necesitan saber lo que dice el documento de la policía, se lo puedo traducir sin problema, pero solucionemos esto lo más rápido posible. No es la falta de un traductor, es que ese documento debe estar legalmente traducido al español. Se lo estoy pidiendo de por favor. Yo le estoy diciendo de por favor que no podemos hacer nada, y de paso la cónsul no está, por lo que su amiga perderá el vuelo y tendrá que venir la semana que viene para ver qué se puede hacer, además, no es muy complicado pues me imagino usted pagará su estadía y gastos en su país.

Señorita, ¡Como se ve que no sabe con quién está hablando! Allí entre el estrés, las lágrimas, me dije: ¡Estoy escuchando mal o me volví loca! Eddy tiró en el escritorio su cédula, lea bien quién soy. Eddy Croes, ¿Y qué quiere que haga?, ¿No le suena mi apellido?, ¿La verdad no?, Se lo pongo fácil... estamos en elecciones presidenciales y mi tío es uno de los candidatos, ¿Me permite llevarme su cédula para hacer unas llamadas?, ¡Como guste!

Al rato la peliteñida llegó con un vaso de agua, ¡Cariño, le puse azúcar para que te tranquilices un poco! Sr. Croes disculpe todo esté mal entendido, es que todo tiene su procedimiento. Pero insisto en que en aquí se habla el papiamento y ustedes deben hablarlo pues están trabajando en mi país. Usted tiene razón, pero estamos saliendo de día festivos y todo es un poco complicado. ¿Y la cónsul? Ella está de día libre, pero ya la están llamando y seguro debe llegar en media hora mientras tanto, querida Dulce, así es cómo te llamas ¿cierto?, dame alguna documentación para ir agilizando algunos procesos.

En esta parte de la conversación sentí que andaba en un mundo paralelo ¿querida?, ¿disculpe?. Disculpe, pero ¿me está preguntando si tengo la cédula? Exacto, mi niña. ¡No entendió que no tengo nada! Tranquila, Dulce, tranquila, toma más agüita, anda, todo tiene solución. Por cierto, Sr. Eddy aquí tiene su cédula. Mi linda llama a tu casa y seguro alguien de tu familia, como tu mamá, debe tener alguna copia de tu cédula.

No sé cómo terminé instalada en una de las oficinas del consulado, explicándole a mi mamá que le diera la copia de la cédula a unas de mis hermanas para que me la mandara por correo. En este instante, entra una mujer bellísima con un sombrero playero de diseñador y un traje de baño entero negro con un pareo de colores, gafas oscuras Dolce & Gabbana y un bolso donde salía una toalla con restos de arena blanca. Los pasillos de esa casa eran su pasarela y venía hacia mí como si yo fuera Osmel Sousa. ¡Tú debes ser Dulce, querida, ya me dijeron tu caso, qué terrible! ¡Tú debes ser Eddy, querido, por qué no me llamaste antes! Ven párate Dulce para darte un abrazo, ¿te dieron agüita con azúcar?, Sí, ya tomé. Cuando me abraza, me susurra al oído: ¡Viste que no solo roban en Venezuela!

Bueno, ya vamos a actuar que como verán ando en otros menesteres. Necesito dos fotos estilo pasaporte y una copia de tu cédula. En eso andamos. ¡Perfect! ¿y la foto? Eso sí no tengo. Pero tranquila que seguro Eddy te ayudará con eso, ¿verdad? Bueno, debería ser el consulado de Venezuela que pague por las fotos,  movilidad, comida, etc, etc, etc de Dulce, pero tranquila que mi país se encargará de eso.

No entremos en detalles, Eddy, lo importante es solventar para Dulce tome su vuelo esta noche, así que... van hacer las doce... ummmmm... vayan a tomarse las fotos, almuercen y acá nos vemos seguro a las tres de la tarde para que la niña pueda salir y todos contentos. Pero es seguro que estará a las tres, ¡Claro, querida, y más con el anfitrión que tienes!

Salí en silencio, me monté en el carro sin hacer ruido, no quería analizae nada de lo que había pasado en la casa amarilla. Eddy me llevó al centro donde entramos a un rapidfot donde me sujetaron el cabello lo más que pudieron, me quitaron el maquillaje y me pusieron dleante de fondo súper blanco. ¿A qué parte de Holanda vas? ¡No, yo voy a Venezuela! ¡Eddy, no me dijiste ese detalle! ¡Niña, ponte como quieras que para ir a Venezuela no necesitas mucho protocolo en las fotos! Allí colapsé, lloré frente a la cámara por minutos eternos y le dije a al fotógrafa que no le dijera nada a mi acompañante. Lloré tapándome la boca para que no me escuchara, lloré arrinconándome en una de las esquinas del estudio, hasta que escuché su voz y me senté lo más rápido que pude secándome las lágrimas con la blusa. Con una sonrisa le dije: ¡Listas fotos!

Almorzamos cerca del consulado, hablando de planes a futuro, reuniones familiares, paseos en Aruba, paseos en Venezuela sin preguntarle del tío, de su relación con el consulado, pues no quería saber de algo que me pondría peor.

Tres de la tarde en punto, la modelo de 24 años convertida en cónsul bolivariana me espera con una hoja de papel bond, con su sello, firma y la cédula que mi hermana me había enviado al hotmail. Ajá, dame la fotito, la pegamos con peguita y listo, ya se puede ir.

Tomo la hoja que decía: Sirva la presente el día de hoy 08 de febrero de 2008 como pasaporte de la ciudadana Dulce María Pérez Colmenárez por falta de material en la República Bolivariana de Venezuela para tal fin. Sin más que agregar....

¿Usted está segura que con esto voy a poder salir? ¡Claro que sí, tiene mi firma y sello. Así que tranquila! Feliz viaje Dulce, y recuerda dejar tus documentos importantes en un cajón se seguridad. Doblé la hoja y nos fuimos directo a la casa para hacer maletas. En ese momento estaba más asustada y ansiosa que nunca, pues no podía mostrarle la felicidad de regresarme y tampoco estaba segura de que lo podía hacer.

Llegamos al aeropuerto a las seis de la tarde, y en el counter la señorita de Avior llama a su supervisor por la carta ¡Reboté, seguro que reboté! ¡Bueno, Dulce, hicimos todo lo que pudimos, quizás es una señal! Pero si no regreso y no acomodo mis papeles, imposible de hacer los planes que organizamos. Salió el supervisor pero apenas se dirigió a mí, Eddy comenzó hablarle y comenzó a saludar a otros empleados. ¡Listo, nos falta pagar la tasa de impuestos y ya estás abordo! Pero antes, ya hablé para que entres cerca de la nueve, así nos da tiempo de comer.

Fuimos a una tasca oscura donde a la cuarta cerveza, Eddy me toma de la mano y me dice: ¿Tú crees que yo boté tu bolso? No, para nada, seguro alguien entró a tu carro en San Nicolas y lo robó. ¿Seguro crees eso? ¡Pues claro! ¿Debo pensar algo distinto? ¡Piensas bien!

Nos despedimos en la zona donde te chequean el equipaje de mano, hasta allí Eddy lo dejaron entrar. Me abrazó y le dije: ¡Gracias por todo, especialmente, porque aquí murió una Dulce y sale otra fortalecida!

En el avión, solo esperaba llegar y denunciar todo lo que había pasado en el consulado. Mentalizaba todo lo que le diría a la guardia o las notas que haría a la prensa.  Pensaba en cada detalle, punto y coma. Aterrizamos, busqué la maleta y, a la salida, al enseñar la hoja, la chica de inmigración llama a un guardia, toma el papel bond, lo lee, habla con otros supervisor, quien me dice: Te doy un consejo... Este viaje nunca lo hiciste, mejor dicho, nunca saliste del país. Me enseña el papel y lo rompe, se da la media vuelta y la funcionaria me dice: Ya puedes salir.

El fin de semana en Venezuela, estuve diciéndole varias veces a mi mamá que no había pasado nada grave, solo un simple robo por despistada. Mientras ya sabía que las cédulas que terminan en ocho las atendían los miércoles en la principal de identificación. Una cola pata atender casos de pasaportes robados. Pasaron unas horas hasta que el funcionario mira el documento de la policía de Aruba... ¡Chica, pero esto no está traducido! Dejáme revisar unas cosas y ya te aviso. Paso un rato sola en la taquilla hasta que el muchacho me dice... ¡Está difícil pues este documento no nos sirve aquí, por lo que no te puedo borrar del sistema! Pero me robaron el pasaporte, ¿cómo hago? Sí, chica, yo sé, pero el sistema me dice que no te lo puedo liberar, es decir, te quedas sin pasaporte hasta que naturalmente se te expire. Si quieres ve viniendo, para ver si se libera el sistema o se que quita el parche que te pusieron. ¿Un parche? Bueno, solo que no lo puedo hacer ¿Y cada cuánto debo venir? Cada vez que tú quieras ¿Y para sacar la cédula? Eso sí, ve ahorita a la estación del metro de Gato Negro y allí hay un operativo.

Salí destruida, desmoralizada. ¡Sin pasaporte por cuatro años! Recordando el "No te metas en ese peo" por parte de un amigo que trabajaba en el Ministerio de Relaciones Exteriores, pues tocaba mucha gente con contactos. Cuatro años sin pasaporte por "un parche". ¡Qué bolas! En la estación del metro no había mucha gente, ni me pidieron la copia para sacarme al cédula. Ponte allí mi reina, listo, en un ratico te la van a dar. Vi la peor foto de mi vida, y de paso con un suéter rojo. La vi y no la quise repetir como una constancia de que todo lo que viví no fue un cuento... que cada vez que la veo, salen las frases: ¿Quién te manda a salir de tu país? y la musiquita de Venezuela Ahora es de Todos con la foto de Chávez en la pared amarilla.

Cada tres meses hice mi fila en la principal del Saime hasta que simplemente me llegué a decir... Dulce, viaja por tu país, por todos los rincones, olvídate del pasaporte. Cerca del tercer año volví a pasar, sin número Digitel para no seguir recibiendo llamadas de Aruba, sin correo hotmail para olvidar mensajes de recuerdos nos gratos. Fui humilde, con un caramelo para pasar el rato. En la taquilla, el funcionario me pregunta: ¡Son de menta! ¡Sí, toma uno! ¡Gracias, mi linda, mira ya te quitaron el beta, ya puedes sacar tu pasaporte, pero pórtate bien!

Y así lo hice... Así siempre lo hago, aunque los demás... no tanto. Así celebro el inicio de 2018, diez años después de una viaje que hice a Aruba.


Parte IV: https://dulceperezcolmenarez.blogspot.com/2017/12/cuarta-parte-recuerda-que-esto-es.html

Comentarios

  1. La crónica del viaje me dejó la boca y los ojos más abiertos que la primera vez que escuche la historia.
    Los Croes tienen su toque de locos, creo que embriagados por el poder.

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